«Vértigo cómics: La granja de Alan Moores» por Pedro Angosto
La editora Karen Berger comenzó su carrera en DC editando series como Legion of Super-heroes o Amethyst.
Pero su gran oportunidad vino cuando comenzó a trabajar con Alan Moore en Swamp Thing. Berger sería la encargada de tratar con los nuevos talentos británicos, por lo que, siguiendo la estela de Moore, llegaron Grant Morrison con series tan personales como su Doom Patrol o Kid Eternity o Gaiman con su Black Orchid o Sandman.
Amigos o seguidores de Moore, ambos tenían enfoques y tonos similares: La magia, el arte, la literatura, lo insconsciente… Un “otro mundo” comiquero que pronto se distinguión en tono de las series de superhéroes tradicionales.
En 1992 se decidió reunir estas series (o sus -ya bastante menores- continuaciones) bajo el sello Vértigo. A ellas se añadieron series como Shade The Changing Man de Peter Milligan o su Enigma. Se trataba de un sello de Fantasía Oscura con la advertencia en portada de que estaba dirigido para lectores maduros.
No todos los émulos de Moore estuvieron a la altura y en pocos meses nos juntamos con docenas de personajes visitando el Infierno -con lo hizo el con Swamp Thing-, nombrando al mago “negro” Aleister Crowley o incluyendo referencias sexuales en sus series solo el hecho de parecer adulto.
Mientras que Berger tuvo mucho criterio con los guionistas, los artistas por lo general fueron absolutamente irregulares o flojos, aún en las series más exitosas como Sandman.
Con el tiempo, los personajes “robados” al Universo DC fueron dejando paso a series creadas por los mismos guionistas pero cuyos personajes eran de su propiedad: Así, Garth Ennis transformó a su Hellblazer en Preacher o Grant Morrison tuvo su propio “Sandman” con The Invisibles. Tras el final de Sandman, otros autores trabajaron con los personajes en la serie Sandman Presents o en Lucifer, sin lograr una sola historia memorable o comparable con el original.
Por cada éxito como Preacher o The Invisibles, recopilados en tomos, otra docena de series y proyectos análogos fracasaban miserablemente y fueron olvidados.
No obstante, Vértigo siguió siendo el punto de entrada en la industria de grandes guionistas, que luego pasarían a escribir superhéroes, siempre con desigual resultado.
Warren Ellis y su Transmetropolitan, Brian Azzarello y sus 100 Balas, Vértigo se especializó en este tipo de series autoconclusivas que luego eran recopiladas en tomos de tapa dura y blanda y que se siguen reeditando hasta nuestros días.
Muchas de las series Vértigo no dejan de tener una fuerte impronta de diseño editorial y aunque Bill Willingham ha alcanzado mucho éxito con sus Fables, ésta no deja de ser, como muchas otras, un sucedáneo de “Sandman”.
Jason Aaron, con su Scalped o Scott Snyder, con su American Vampire son algunos de los autores que han salido de este sello y han alcanzado la fama con los superhéroes.
Sólo queda reseñar que la llegada de Dan Didio a DC causó un enfrentamiento frontal con Berger, puesto que quería recuperar para el Universo DC las franquicias (Swamp Thing, Sandman, Animal Man o Constantine) que Berger apartó en su día. Los personajes finalmente regresaron a DC.
Berger ha dejado la editorial, aunque el sello Vértigo continúa con nuevos autores y nuevos editores, discípulos suyos, siempre buscando crear cómics alternativos y diferentes.
- ¿Quieres leer el artículo de Pedro en el que nos habla de Alan Moore?
- Y aquí puedes leer su artículo titulado La nueva DC Post-crisis: donde vivían las leyendas
- Y también estuvo en Academia C10, ¿quieres verlo?